¿Qué es una fobia?
Una fobia es una manera elegante de nombrar un temor. Sin embargo,
una fobia no es cualquier temor. Es normal que los niños sientan temor
frente a determinadas situaciones: rendir una prueba difícil en la
escuela, pasar junto a un perro que está gruñendo en la calle o escuchar
un trueno ensordecedor.
Una fobia es diferente, porque es un temor extremadamente intenso
frente a una situación o algo determinado. Es también un tipo de temor
que no desaparece. Un niño que sufre una fobia sentirá temor de algo
cada vez que vea o experimente eso. No sentirá ese temor sólo una o dos
veces. Los niños que padecen fobias suelen evitar la situación o aquello
que los atemoriza.
Por esa razón, Marisa tuvo que subir por las escaleras. Ella tiene
fobia de estar en lugares cerrados y se sentía demasiado asustada como
para tomar el ascensor. En ocasiones, cuando un niño padece una fobia y
se ve obligado a enfrentarse con aquello que le produce temor, puede
ponerse muy nervioso y sufrir un ataque de pánico.
¿Cómo es un ataque de pánico?
Los ataques de pánico pueden resultar muy atemorizantes y hacer que
una persona tiemble, transpire y respire más rápido de lo normal.
Algunas personas que sufren ataques de pánico pueden llegar a tener
dolores de pecho, estar mareados o sentir que su corazón está latiendo
demasiado fuerte y no pueden respirar.
Un ataque de pánico puede llevar a un niño a pensar que algo terrible
va a suceder, que no va a poder escapar o que va a perder el control.
Algunos niños que sufren ataques de pánico afirman que mientras lo
padecen sienten que no pueden pensar con claridad o que se están
"volviendo locos".
Los ataques de pánico no duran demasiado. Sin embargo, el que lo está
sufriendo siente que dura mucho más. En ocasiones, aun cuando un niño
sabe que su fobia no tiene sentido, no puede evitar que la mente y el
cuerpo reaccionen y sobrevenga el ataque de pánico.
Distintos tipos de fobias
Existen varios tipos de fobias. La más común es la fobia social. Una fobia social puede hacer que alguien tenga miedo de sentirse incómodo frente a otras personas.
Un niño que sufre una fobia social podría sentir temor de hablar con
un maestro o entrenador, o tener miedo de caminar frente a sus
compañeros de clase cuando necesita ir al baño.
Una fobia social podría hacer que para un niño fuera casi imposible
leer una reseña sobre un libro frente a la clase o, incluso, disfrutar
de una fiesta de cumpleaños. Si bien la mayoría de los niños podrían
sentir cierto temor cuando tienen que leer una reseña sobre un libro
frente a un grupo numeroso de compañeros o cuando deben hablar con un
maestro, un niño que padece una fobia social siente tanto temor que no
consigue disfrutar de la vida o desempeñarse como otros niños.
En ocasiones, las personas pueden pensar que un niño que padece una
fobia social sólo es tímido, pero no se trata de lo mismo. Un niño que
padece una fobia social quizá desee salir y tener muchos amigos, pero no
puede controlar su temor de estar con otras personas.
La agorafobia es otro tipo de fobia. Una persona que
padece agorafobia temerá sufrir un ataque de pánico si se encuentra en
un lugar del que es difícil o incómodo salir. El temor al pánico es tan
intenso que suelen evitar aquellas situaciones (como multitudes,
carreteras o una tienda llena de gente) donde podrían sufrir un ataque
de pánico.
El temor de Marisa a subir en el ascensor se define como claustrofobia. La claustrofobia es el temor de encontrarse en un espacio cerrado, como un ascensor, un túnel o un avión.
Existen tantas fobias como objetos y situaciones. La aracnofobia es el temor a las arañas, mientras que la ablutofobia es el temor a lavarse, o a tomar un baño o una ducha.
¿Por qué los niños padecen fobias?
Nadie sabe exactamente por qué algunos niños padecen fobias. Algunos
científicos creen que los genes de una persona podrían guardar cierta
relación con las fobias y que es probable que el padre de un niño que
padece una fobia social también la padezca. En ocasiones, un hecho
traumático en la vida del niño -como la muerte de uno de sus padres, el
divorcio de éstos o una mudanza- puede desencadenar la fobia.
Sin embargo, los científicos conocen ciertos datos acerca de las
fobias. Saben que 5 de cada 100 personas en los Estados Unidos padecen
una fobia o más de una. Las mujeres son apenas más propensas que los
hombres a padecer fobias. La mayoría de las fobias sociales comienzan en
la adolescencia, aunque este tipo de fobia y otros también pueden
desencadenarse cuando el niño es más pequeño.
¿Cómo se tratan las fobias?
Como primera medida, los niños que padecen fobias suelen visitar a su
médico. En muchos casos, el médico sugerirá que el niño consulte a un
psicólogo, psiquiatra o terapeuta. Si alguno de estos especialistas
diagnostica que el niño padece una fobia, podrá ayudarlo.
Algunos niños deberán tomar alguna medicación que los ayude a manejar
mejor sus fobias. En ocasiones, un niño puede aprender de qué otro modo
manejar su fobia. Esto podría incluir ejercicios de relajación que lo
ayuden a sentirse más en control. Una de las maneras de manejar una
fobia es enfrentarla.
Por ejemplo, el tratamiento de Marisa podría incluir subirse a un
ascensor, aunque empezaría simplemente por observar a otras personas
subirse o por entrar en el ascensor con las puertas abiertas.
Dependiendo del niño y de qué tan severa sea la fobia, el tratamiento
puede durar semanas, meses o aún más tiempo. Mientras tanto, es
importante recordar que las fobias pueden tratarse y que los niños
pueden aprender a manejarlas para sentirse más en control de sus vidas.
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