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17 oct 2013

¿Cuanto vales Como Persona?

Ansiedad, abatimiento, miedo, decepción; no hay quien escape a sentimientos contradictorios cuando el asunto es el dinero. Pocos tienen, por ejemplo, el coraje de confesar su apego a él, y eso, a pesar de que las cuestiones financieras permean la mayor parte de las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida. Casi sin ser conscientes de su implacable poder, es un poderoso crítico interno que censura anhelos y aspiraciones, susurrando a nuestros oídos: ¡No puedes permitírtelo! ¡Cuesta demasiado! o ¡Cuando tenga dinero haré...! A ese pudor se suma la creencia de que el dinero, por si sólo, es capaz de destruir o transformar nuestra existencia, de modificar nuestras relaciones humanas y de hacernos dichosos. Se tiende a creer que es el dinero quién tiene el poder de hacernos felices.


Abatimiento y felicidad son estados de ánimo independientes de la situación de nuestra cuenta corriente. Es asombroso comprobar como en Oriente, donde abundan los pobres la gran mayoría de ellos permanecen felices, mientras que en Occidente, y a pesar del estado del bienestar que garantiza nuestras necesidades más mínimas, abundan los tristes y deprimidos. Parece una contradicción, pero no lo es. Nuestra autonomía como seres humanos es independiente de nuestra liquidez económica. Podemos tener poco y sentirnos realizados o mucho y percibirnos como desgraciados. El dinero no es felicidad, es sólo dinero.
Vivimos una relación ambigua con el dinero; precisamos de él, nos gusta obtenerlo, pero cuando lo poseemos tenemos miedo a perderlo, mientras que otros se avergüenzan de poseerlo. El dinero es misterioso e imprevisible. Cuanto más luchamos para ganarlo, más difícil parece obtenerlo; cuanto más dinero ganamos, más necesitamos para vivir. Pasamos la vida tratando de ganar dinero, pero mientras a muchos se les escapa, otros que consiguen obtenerlo descubren, que con el paso del tiempo acaban perdiéndolo, teniendo que vender todo o parte de lo que en épocas mejores adquirieron.
En la escuela aprendimos muchas cosas útiles, pero otras muchas importantes fueron omitidas. No nos enseñaron a vivir una relación amorosa y hacerla funcionar. Tampoco nos mostraron cuales eran las leyes espirituales universales que rigen la riqueza. Si deseamos obtener dinero y tener una vida abundante precisamos comprender que es lo que el dinero significa en nuestra vida, en una perspectiva racional y ética, poniendo los medios necesarios para luchar por él y prosperar sin culpa.
Tendemos hacer una identificación entre lo que somos y lo que obtenemos. Se tiende a pensar que seremos felices cuando adquiramos una nueva casa, cuando conduzcamos un coche nuevo, encontremos una pareja mejor o simplemente adelgacemos.... Todos estos bienes son valiosos y sacian nuestras aspiraciones. Es noble emprender acciones para obtenerlos, pero es muy peligroso pensar que son una extensión de nuestra personalidad. Si nos identificamos excesivamente con nuestro trabajo nos deprimiremos cuando este termine.


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